Llevaba un tiempo
oyendo hablar de esta novela, tanto por la calle como en las redes sociales. Le
eché un vistazo en varias de las ocasiones en las que la encontré en librerías,
pero no me decidí a comprarla hasta que descubrí el canal de YouTube de Javier
Ruescas, uno de los autores. Me encantaron sus vídeos y me picó la curiosidad
por saber qué tal se le daba la escritura, así que finalmente me hice con un
ejemplar.
El libro en cuestión
tiene una particularidad bastante especial. Gira en torno a un género pionero
en la literatura, el romance online, y lo que lo hace tan curioso es que la
narración al completo transcurre a través de chats. Esto hace que la lectura
resulte muy ágil y ayuda a avanzar. No sólo por la rapidez con la que puede
leerse, sino porque la protagonista habla con varias personas a lo largo de la
trama y las conversaciones están distribuidas de forma que la intriga impulsa a
querer conocer el desenlace lo antes posible. ¿Sabéis esa vena cotilla que se
nos despierta cuando un amigo nos ofrece leer un chat que ha tenido con X
persona? ¿O cuando no nos deja, pero igualmente ardemos en deseos de leerlo?
Pues Pulsaciones viene a ser una especie de estímulo a
esa vena, con la salvedad de que al leer el libro no estamos siendo cotillas en
el sentido estricto de la palabra (¿O sí? ¿Se consideraría invasión a la
privacidad de un personaje literario? Hummmm, interesante cuestión).
Por otra parte la
historia, aunque bonita, tampoco es nada del otro mundo. De hecho el desenlace
se veía venir a kilómetros, o por lo menos eso me pasó mientras leía. Pero es
un libro muy disfrutable, y pasé muy buen rato leyéndolo. Digo rato porque de
tan interesante que era lo terminé en unas dos horas. Además se ha llevado el
récord al mayor número de post-its de colores por página de toda mi biblioteca,
de tantos momentos y frases memorables que contiene. Huelga decir que esa
costumbre la he adquirido hace bastante poco, y estoy convencida de que alguna
de mis viejas lecturas lo desbancaría, pero por el momento va a quedarse un
tiempo con el galardón.
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