La mecánica del corazón
es un libro que quería leer desde hacía mucho tiempo, pero no me había
vuelto a acordar de él hasta que un amigo me lo mencionó, hará ya un mes y
pico. Es una novela un poco viejita: según la eterna chivata, alias la
Wikipedia, vio la luz por primera vez en el año 2007. Tanto el título como la
portada me entraron por los ojos y me enamoraron nada más verlos, y me prometí
que algún día lo leería. Pues bien, el mismo amigo que me recordó el libro tuvo
el detalle de regalarme un ejemplar, y le estoy verdaderamente agradecida,
porque no tenía ningunas ganas de leerlo en formato digital (como me pasa con
cualquier libro, en realidad).
He de decir que me ha
gustado, peeeero...no tanto como pensaba en un principio. Sí, recomiendo su lectura.
Sin embargo, no sé si por todas las cosas que tengo en la cabeza o qué, la cosa
es que me ha costado lo mío terminarlo, y eso que es bastante breve. Las ideas
que expresa el libro son preciosas en su mayoría, aunque al estar escritas en
una prosa metafórica se hace más tedioso entenderlas y avanzar. Además el
final, aunque en cierto sentido es predecible no me ha convencido. Me ha
chirriado bastante, porque no soy fan de los cierres de ese estilo. Si habéis
leído el libro o lo leéis en un futuro entenderéis a qué me refiero. Por otra
parte me ha llamado mucho la atención que pese a ser una novela de género
fantástico se mencionen los elementos de ficción con total naturalidad, como si
no se tratara de nada extraordinario. Sin ir más lejos, algo tan surrealista
como que el protagonista lleve un reloj implantado en el corazón, por ejemplo.
En sí es un fenómeno un tanto extraño y choca, especialmente porque la historia
se desarrolla en ubicaciones reales (Escocia y Andalucía), pero también es
refrescante hasta cierto punto, y desde luego original.
Resumiendo, más que un
libro cuya finalidad sea la evasión es un libro escrito con la pretensión de
hacer reflexionar al lector. No tengo especial predilección por obras de estas
características; más bien huyo de ellas como de la peste, porque si leo es
precisamente para no tener que pensar, pero en fin, finalmente Jack y su reloj
de cuco de madera han conseguido hacerse un hueco en mi biblioteca.
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