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martes, 8 de marzo de 2016

Tesoros de tinta y papel: La mecánica del corazón, de Mathias Malzieu

La mecánica del corazón es un libro que quería leer desde hacía mucho tiempo, pero no me había vuelto a acordar de él hasta que un amigo me lo mencionó, hará ya un mes y pico. Es una novela un poco viejita: según la eterna chivata, alias la Wikipedia, vio la luz por primera vez en el año 2007. Tanto el título como la portada me entraron por los ojos y me enamoraron nada más verlos, y me prometí que algún día lo leería. Pues bien, el mismo amigo que me recordó el libro tuvo el detalle de regalarme un ejemplar, y le estoy verdaderamente agradecida, porque no tenía ningunas ganas de leerlo en formato digital (como me pasa con cualquier libro, en realidad).

He de decir que me ha gustado, peeeero...no tanto como pensaba en un principio. Sí, recomiendo su lectura. Sin embargo, no sé si por todas las cosas que tengo en la cabeza o qué, la cosa es que me ha costado lo mío terminarlo, y eso que es bastante breve. Las ideas que expresa el libro son preciosas en su mayoría, aunque al estar escritas en una prosa metafórica se hace más tedioso entenderlas y avanzar. Además el final, aunque en cierto sentido es predecible no me ha convencido. Me ha chirriado bastante, porque no soy fan de los cierres de ese estilo. Si habéis leído el libro o lo leéis en un futuro entenderéis a qué me refiero. Por otra parte me ha llamado mucho la atención que pese a ser una novela de género fantástico se mencionen los elementos de ficción con total naturalidad, como si no se tratara de nada extraordinario. Sin ir más lejos, algo tan surrealista como que el protagonista lleve un reloj implantado en el corazón, por ejemplo. En sí es un fenómeno un tanto extraño y choca, especialmente porque la historia se desarrolla en ubicaciones reales (Escocia y Andalucía), pero también es refrescante hasta cierto punto, y desde luego original.

Resumiendo, más que un libro cuya finalidad sea la evasión es un libro escrito con la pretensión de hacer reflexionar al lector. No tengo especial predilección por obras de estas características; más bien huyo de ellas como de la peste, porque si leo es precisamente para no tener que pensar, pero en fin, finalmente Jack y su reloj de cuco de madera han conseguido hacerse un hueco en mi biblioteca.


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