Que alguien me lo
explique. No, de verdad. Que alguien me explique por qué demonios un tío puede
jugar con su ex novia sin que nadie le reproche nada. ¿Sabéis que si sucede a
la inversa a la tía le plantan el sello de zorra en la frente, así, de gratis?
Y claro, como somos tan morbosos y tan prejuiciosos ni nos molestamos en averiguar
qué coño habrá pasado, si hay algún motivo detrás ... Que vaaa, nos quedamos
tan tranquilos y ale, a pastar. Qué asco de vida, de verdad. Dan ganas de
tirarse barranco abajo. Ahora que también os digo: es peor la indiferencia. Que esa persona para la que supuestamente fuiste todo en su día pase olímpicamente de tu precioso culo hace una gracia ... (no, ninguna, sobre todo cuando para ti sigue siendo todo, es lo que pasa cuando se quiere de verdad y tal)
¿Os hacéis una idea de lo tremendamente jodido
que es querer y odiar a alguien al mismo tiempo? Y que no me venga el psicólogo
de turno a decirme que eso no puede ser, porque sí. Puede ser. Para los
escépticos, buscad 'ambivalencia' en el diccionario. Y para mis amantes
lectores, esos que tenéis fe en que voy con la verdad en la mano, os explico
rápidamente:
El concepto de
ambivalencia describe un fenómeno que consiste en que dentro de una persona
conviven dos pensamientos o sentimientos opuestos entre sí. ¿Y cuál es la
consecuencia de este fenómeno, os preguntaréis? Pues obviamente, que la persona
está en constante conflicto consigo misma. Un minuto hace caso a lo que le dice
una parte y al siguiente se pasa al bando contrario. Y creedme cuando os digo que eso supone un desgaste mental tremendo. Tendré suerte si no acabo loca antes de que acabe el año ... más loca de lo que ya estoy, quiero decir. Por lo pronto sí, en efecto, así estoy yo en la actualidad y esta es mi manera de expresarme cuando no me da por hacer florituras. Bienvenid@s a mi locura.
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